viernes, octubre 27, 2006

Historia de un Embarque (Año 2000; El Cabo de la Vela; Colombia) Parte 3/3

Por fin llega a ustedes la tan esperada tercera parte de mi travesía por el Caribe colombiano.



Iniciamos con el consabido ataque de la morena. La morena dícese de un animal ponsoñoso con forma de culebra, que suele caer en las redes de arrastre camaronero. En las redes en ese preciso lance varias morenas cayeron, las apartamos con unos palos, con los cuales además les acertábamos unos cuanto batasos en la cabeza, ninguno quería que ese bicho lo mordiera, cuando me encontraba contando las morenas para pesarlas, una de ellas la más pequeña al ser levantada, supo fingir su muerte y aprovechó un descuido mio y cuando la levante para lanzarla en la balanza cual rayo brincó a mi mano y desgarró mi dedo, la sangre chorreaba por mi mano, el guante llacía completamente despedazado luego de sufrir desprendimiento. No mentiras, lo del guante es cierto, y salió sangre pero no hubo desgarre, ni desprendimiento, ni nada como eso, tal vez un poco de arrepentimiento. Enseguida alcohol, una pastilla para evitar la infección y una curita, y de una a seguir trabajando. Al llegar a El Rodadero varios días despuéel doctor me hizo aplicar una inyección antitetánica.
Uno de esos días el capitan decidió ir a pescar a Manaure, pero no encontró mucha pesca, por lo tanto desistió de quedarse y nos devolvimos al Cabo de la VELA en contra de la mareta y casi nos morimos por lo bravo del mar. Con lo pequeño de esas embarcaciones, parecíamos como pato de hule en una bañera, haganse una idea de como se movía.

Las aves aprovechaban para hacernos la visita cuando nosotros estabamos pescando, lo que era capturado por las redes para ellos eran manjares de los dioses. Se posaban en los mastiles y esperaban, algunas de ellas muy &%·/·%(()##@#@#, mientras esperaban se echaban una cagadita, y nosotros en cubierta recibíamos sus cagadas.

Por las tardes justo antes de iniciar la nueva travesía me sentaba en la proa a mirar el mar, y oh sorpresa unas aletas surcaban entre las olas, eran aletas de tiburón, y otras más surcaban, estabamos rodeados de tiburones, tal vez no eran peligrosos, pero infunden respeto, al dia siguiente, en mi tradicional contemplación del mar, volví a ver aletas, pero esta vez se trataba de delfines que jugueteaban junto a nuestra embarcación.
Como no debe resultar muy difícil de entender, los primeros días estuve completamente taponado, es decir, no tenia ni la más mínima intención de ir al baño a "defecar" (perdonen lo grotesco que puede llegar a sonar la frase). Ademas considerando que había vomitado gran parte de la comida de los primeros días, la necesidad de ir no era muy apremiante. Pero finalmente un día debí asistir al baño, en la popa del barco, una especie de silla que colgaba por la parte trasera del baño con dos tablas en el piso, separadas como por diez centimetros constituían el inodoro, uno se sentaba en las tablas de tal modo que la mitad le quedara sobre los diez centimetros de espacio, y hágale.

El ultimo dia, el carro del INPA, no nos pudo recoger por lo tanto, nos toco pasar la noche en el Cabo de la Vela. El Capi se bajó con nosotros y con tres marinos más, y decidió invitar las cervezas, yo como no quería beber me acosté en una hamaca y me dormí con motivo de un terrible mareo de tierra que tenía, en parte era verdad. Al rato me levante para comer un seco de chivo que nos prepararon en la casa en la que nos recibieron.

Después del almuerzo me volví a dormir y Viaña , el Capi y la tripulación continuaron su fiesta. Al despertar Viaña no estaba, y yo dormía en la hamaca con todos los equipos, maletas y comida a mi lado. Las muestras las habíamos dejado en el barco, para retirarlos por la tarde cuando el capi volviera al barco y zarpara nuevamente. Me contaron que Viaña se había ido al barco por las muestras.

A las seis de la tarde vi que el barco zarpaba y un bote se aproximaba a tierra, cual no sería mi sorpresa al ver los sacos con peces y en el piso botado a Viaña, en una borrachera total, no recordaba nada de lo que había pasado, el Capi nos había enviado muestras gratis por montones, calamares, camarones, y muchos peces. Poco a poco fui comprobando mis sospechas, Viaña traía muchas cosas del barco, calamares, camarones y muchos peces, los cuales no incluían las muestras científicas que habíamos recolectado en campo. Han pasado diez días de mi desembarco y hasta ayer llegaron las muestras a Cartagena, y la próxima semana las envían acá a Santa Marta.

Viaña hasta la fecha no recuerda lo que pasó esa infausta tarde en la que recordó las muestras gratis y dejó las muestras científicas, razón del muestreo y de mi embarcada.

Tampoco recuerda que lo dejé dormido en unas hamacas donde llegamos, y debí llevar los equipos que permanecen en Cabo de la Vela, hasta un siguiente embarque, llevando las cosas a un sitio que no conozco, y cuando ya eran las siete de la noche. Finalmente llegue donde Viaña comí unas galletas, con salchichas y Coca Cola y me acosté, no sin antes disfrutar del espectacular cielo, donde alcance a divisar estrellas fugaces, satelites artificiales, Escorpio en todo su esplendor, y una luna completamente menguada como haciendole la cuna a su hijo.

Y finalmente tampoco recueda que a las tres de la mañana nos despertamos para volver a Santa Marta, el transporte no sale a ninguna otra hora.

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Bueno

Espero hayan disfrutado de la lectura de la ultima y definitiva parte, ya en un futuro les contestare sus preguntas personalmente, una por una, solamente deben colocarlas como comentarios.

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