sábado, octubre 21, 2006

El viaje al norte Parte 1/6 (Norte de Chile, 2006)

Moni-K, Samuel y mi compañero de tertulia
Coquimbo
La alegria de viajar


El viaje de ida

La novedad era para todos los conocidos que el próximo congreso de ciencias del mar de Chile se celebraría en Iquique, una de las ciudades más al norte de Chile, en un principio la euforia era total, “que bakno”, “que chévere”, “que chori”, “saben que deberíamos hacer, hagamos el recorrido por tierra y nos vamos todos junto, que opinan”; “siiiiii”.

1, 2, 3, 5, 7, 11, no, no son los números primos, es como iba aumentando el número de personas que se estaban animando para ir por tierra.

11, 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, no, no es una cuenta regresiva emocionada de cómo se aproximaba el día del viaje por tierra, es como se iba reduciendo el número de personas que se decidía a viajar por tierra y no por aire. Así es, 3, finalmente sólo fuimos tres personas las que viajamos por tierra. MoniK representando a Colombia, Samuel como único sobreviviente chileno y yo Paúl digno representante del folclor ecuatoriano.

El viaje inició el sábado 20 de mayo a las 00:15. El medio de transporte un bus de la compañía “Eme bus”. Mi puesto el 14. El de MoniK el 16 y Samuel en el 15. Llegué media hora antes de la salida y mi sorpresa fue grata al ver a Klaudia Hernández (Colombia) y Beatriz Yanicelli (Uruguay) en el Terminal de buses de Collao. Pero ellas no viajaban a Iquique, de hecho Bea, no viajaba , sólo iba a despedir a Klaudia que se iba para la Argentina donde iría para empezar una nueva etapa en su vida, un nuevo trabajo. No me consideró una buena balanza, pero creo que el equipaje con el que ella viajaba eran unos 200 o más kilos. Eran como cinco maletas gigantescas todas ellas, tanto así que bromeábamos diciendo que Bea podría viajar escondida en una de ellas, y sobraría espacio para el tanque de oxígeno y una buena provisión de comida, y saben, creo que Bea lo estaba considerando como una opción para no tener que despedirse de su amiga.

Cuando llegó MoniK vi que ella portaba al igual que yo, un portaplanos, que en esta ocasión hacía las veces de portapóster. Yo imaginé que eran como espadas láser de aquellas que solo usan los Jedi en la Guerra de las Galaxias, por lo que me aproximé a MoniK y le dije “Te reto a una pelea” y desenvainé mi portaplanos… digo.. mi espada láser, ella un poco más convencional, por no decir violenta, tomo su arma, la apoyó sobre su hombro y me disparó con una basuka, nada pude hacer, caí al suelo derrotado y destrozado, completamente despedazado.

Ya durante el viaje, dormí plácidamente la mayoría del primer tramo que consistía en llegar hasta Santiago, MoniK intentaba hacer lo mismo, pero mientras más lo intentaba más se empecinaba Samuel por evitar que ella se durmiera y le hacia conversación. Varias veces Samuel se distraía y MoniK intentaba aprovechar la oportunidad y cuando finalmente creía que lo lograría, Samuel reaccionaba y lograba su cometido de evitar a toda costa quedarse como único pasajero despierto en el bus. La otra persona que no se quería dormir era el piloto del bus, razón por la cual llevaba música del tipo “Cumbia” “Reggaeton” en la radio, la cual afortunadamente solo la podíamos escuchar si nos colocábamos los audífonos que para tal fin estaban dispuestos en cada uno de los buses.

Al llegar a Santiago debimos cambiar a otro bus, en el cuál estaríamos por las próximas 24 horas, pero para subir a ese bus, primero debimos viajar en una buseta hasta la Estación Central de Santiago. Al subirme a esa buseta el conductor un poco apresurado me cerró la puerta encima, gracias a mi supervelocidad alcancé a subir al bus antes de que se cierre, pero mi mochila era tan grande y pesada que mi supervelocidad sólo me alcanzó para cruzar el umbral yo, no mi mochila, quedé atrapado en la puerta. Luego comprendí, que no era el conductor el culpable, era el mismísimo vehículo el hambriento, ya que cuando nos estábamos bajando intentó nuevamente comerme pero esta vez MoniK que iba delante de mí se demoró un poco en bajar y fue a ella a quien atrapó con sus mandíbulas el bus come hombres.

La segunda fase del viaje la realizamos en un bus de la compañía “Pullman bus” de dos pisos, servicio Semi Cama, empezamos la ruta a las 10:00 de la mañana, mi puesto era el 50. El de MoniK y Samuel el 47 y 48. Lastimosamente quedamos demasiado cerca del baño, al principio no importó mucho pero a las 9 horas de viaje se hizo notoria la cercanía al baño, afortunadamente no duró mucho, ya que en Copiapó a mitad de viaje hicimos una parada para realizar la limpieza del bus.

Junto a mí se sentó un señor que instantáneamente llamó la atención de MoniK, su acento era inconfundible, era de Buenaventura, Colombia; se encontraba viajando con su esposa, se dirigían hacia Antofagasta, donde él trabajaría en aquello en lo que había trabajado toda su vida, de “todero”, un trabajito por aquí, otro por allá, nada hoy, mañana otra trabajo un poco más allá. Su esposa se sentaba en un asiento más adelante, por lo que le ofrecí que podíamos cambiar puesto con ella, y así lo hicimos. Me senté en el puesto 46, me disponía a entablar conversación con mi nuevo compañero de asiento cuando de una pequeña mochila sacó un libro “Ninguna cosa impura puede pasar. El milagro del perdón” y un Disc-man, se colocó los audífonos y empezó a leer. Ahí terminó la conversación que estábamos a punto de iniciar.

“Altas como gritos rectos
que aspiramos y no vemos”
Gabriela Mistral

Ese verso aparecía justo antes de la entrada de un túnel ubicado no muy lejos (no más de 100 km) de la salida de Santiago.

La ruta del bus incluía varias ciudades Coquimbo (16:00), La Serena (16:30), Vallenar (19:30), Copiapó (21:00), Antofagasta (05:00), Iquique(10:00). Y algo más incluía la ruta del bus, cuando llevábamos 175 kilómetros de haber dejado atrás a Santiago me reencontré sorpresivamente con mi viejo amigo mar, al cual no veía desde enero, cuando fui a pasar año nuevo con mi familia en las playas de Esmeraldas en Ecuador; sabía que lo vería durante el viaje, pero no pensaba en eso cuando lo vi, claro, tuve que tomarle una foto.

Samuel tomó mate todo el viaje, más tarde continuó tomando mate, y un poco más tarde tomó otro poco de mate, y más mate, y luego, un poco más; lo curioso es que no recuerdo que hubiera ido al baño, por eso te pregunto, “¿sabes tú a donde va el mate?.

Y hablando de bebidas y mates, durante el viaje nos ofrecieron bebida (coca-cola) y café. Pero además algo de comer, claro que se puede apreciar que el dueño de “Pullman bus”, debe ser muy religioso, por que se toma muy a pecho lo del “Padre Nuestro”, sobretodo eso de “danos hoy el pan nuestro de cada día”, por que tanto en el almuerzo, la comida y el desayuno nos dieron pan y galletas, el pan parecía sánduche, pero no era tal, ya que ni jamoncito tenían.

Durante el viaje pudimos ver dos películas “Project X” y “La Odisea del Poseidon”, la primera muy mala, la segunda muy larga, era una miniserie consistente de dos partes, la primera parte la vimos antes de la detención en Copiapó, la segunda empezó a las 12 de la noche, luego de que por no tener un control remoto y ser una copia pirata les tocó repetir la primera parte íntegramente antes de ver la siguiente parte; creo que yo y una muchacha sentada más adelante (conocida de Samuel) fuimos los únicos que la vimos completa, ni siquiera MoniK que me pidió que la despertará soportó el peso de sus párpados, además debía aprovechar que Samuel estaba durmiendo y había claudicado en su empeño de evitar que ella durmiera.

En La Serena mi compañero de asiento se bajó y de ahí en adelante fue oficial mi asiento se convirtió en una cómoda cama doble plaza. En Antofagasta se bajó la pareja de colombianos, y desde ahí ya no cerré los ojos, me dediqué a disfrutar del paisaje, del desierto, del camino por toda la costa, del amanecer, y de esa neblina que parecía levantarse, pero no era neblina, era una bruma permanente que se formaba por la arena que la brisa marina levantaba del desierto. Los distintos sitios o lugares por los que atravesábamos me eran explicado por Samuel quien años atrás viviera en Iquique, y por lo tanto, había realizado esa travesía varias veces. Por cierto, Samuel aprovechó para pasarse al puesto de los colombianos cuando estos se bajaron, de tal forma los tres quedamos con asiento semi cama doble plaza.

Ya con las fotos disfrutarán parte de lo que yo conocí. Así terminó la primera etapa de este viaje al norte de Chile. Y así termina la primera parte de esta travesía.

Vea en próximas partes:
- El Hotel de la Plaza
- El jefe del clan
- Huayquique y la Universidad Arturo Prat
- La pechuga ofrecida a Claudio
- El vuelo en parapente
- Mi cafetal
- El límite mínimo de mi rango de tolerancia térmico
- Las mil y un cámaras
- La foto oficial
entre otras tantas historias

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