jueves, noviembre 16, 2006

El viaje al norte Parte 3/6 (Norte de Chile, 2006)

La calle Baquedano

El Hotel quedaba en la Calle Baquedano, una calle peatonal que incluía una zona a modo de una acera en madera, unas estatuas de sal bastante abstractas, unas fuentes de agua y postes de luces con banderas de Chile y de la China, ¿que por que banderas de la China?, por el alcalde de Iquique el “Choro” Osoria actualmente enfermo y totalmente populista por lo cual busca siempre el apoyo de los muchos chinos que en alguna época eran esclavos en la zona, en todo caso el “Loco” Osoria se creía el dueño de la ciudad y de las calles, la Señora María nos contaba que la Sala de Té que ella tenía dentro del Hotel y para el cual acomoda sillas y mesas en la calle le fue clausurado por orden del cabildo, lo mismo sucedió en su momento con todos los negocios con excepción de aquellos cuyos dueños eran amigos de, o eran el mismísimo “loco”; por la misma calle cruza un tranvía que solamente funcionaba entre nueve y doce de la mañana y pasadas las cinco de la tarde, siempre y cuando hubiera pasajeros dispuestos al paseo, sólo lo ví funcionando una vez, al final del paseo, haerlo sabido antes y organizaba "guachafita".

El Congreso de Ciencias del Mar

La organización del Congreso personalmente en cuanto a la parafernalia acompañante (actos de inauguración y clausura, cóctel, maleta, tour por la región), me pareció bastante bueno, se podría mejorar varias cosas, especialmente en lo que a la comida que servían se refiere, quiero decir por el tipo de comida que sirvieron durante la semana, pero principalmente por la forma en que sirvieron los bocaditos durante el cóctel, en el cual incentivaban un comportamiento entre la gente similar al frenesí alimenticio de los tiburones, salían de la zona de comida y era un milagro si podían dar 10 pasos y conservar algo en sus bandejas, inmediatamente aparecían eran completamente saqueados.

El otro gran inconveniente tuvo que ver con el llamamiento para la Foto Oficial del Congreso, en la cual muchos de nosotros no pudimos estar por que seguíamos en una de las presentaciones que llevaba algo de retraso, sin embargo, la hora de la foto fue programada cuando aún no terminaban las charlas, lo cual personalmente me parece una completa ineptitud por parte del comité organizador; eso motivó a que nosotros (miembros del clan, excluidos de la foto) nos tomáramos después nuestra propia “Foto Oficial”, la cual por supuesto, aquí coloco (es más, si le dan click, nos podrán ver más de cerca).


El real problema del congreso, pero ese problema lo han tenido el ciento por ciento de los congresos a los que he asistido, es un total incumplimiento de los tiempos de cada conferencia. La presentación y el tiempo de preguntas fueron quince minutos, fueron varias salas y cada quien debe organizar a que presentaciones quiere asistir, pero como los tiempos de las mismas no se cumplen uno puede perderse varias presentaciones, sumándose a esto el otro problema, en este caso es que los ayudantes de cada sala tenían orden de que no dejarán entrar a nadie a una sala una vez hubiera empezado una charla y sólo se volvían a abrir las puertas cuando se escuchaban los aplausos al fin de la presentación o cuando uno de sus profesores era el que intentaba ingresar.

Pero bueno, la verdad sea dicha, no ingresé a demasiadas charlas, de los tres días fue el primero en el que más juicioso estuve, los otros dos días por la tarde asistí a un total acumulado de cero presentaciones, y es que en ambos casos la playa y el parapente se interpusieron en mis intenciones de ir a las charlas, pero tal y como respondía a la pregunta que varios me hicieron, ¿tú, a que viniste a un congreso o de turismo?, ahora les respondo a ustedes, “yo, vine de turismo, con la excusa de presentar un póster”.

Del Chumbeque a la Zofri

El Chumbeque, un dulce que era casi obligatorio probar estando por allá, venía en varios sabores (mango, maracuyá, chocolate, guayaba, naranja) y presentaciones. Bastante sabroso, pero iba apenas empezando y ya estaba empalagado y bastante hastiado de cuán dulce era. Y es que yo no soy muy dulcero, o ¿si lo soy?; creo que como bastante dulce en ciertas épocas, pero de manera súper selecta; no como cualquier postre, prefiero las fresas con crema o duraznos en almíbar; no saboreo cualquier pastel, me gusta el pie de manzana o el de chocodurazno; no degusto cualquier helado, me fascina los de vainilla y de ron con pasas; no elijo cualquier caramelo, me gustan los white rabbit y su papel de arroz, los ferrero con su cobertura de coco, los huevitos con su relleno de marrasquino, y las gomitas; hasta entre los chupetes tengo mis preferencias, me encantan los Bom Bom Bum (¿saben ustedes cuales son?); pero especialmente me fascinan a morir los Tic Tac, tanto así que en Bogotá por muchos años siempre tuve una cajita en mi bolsillo, y una de mis grandes amigas (Paula Andrea Castillo Torres) me preguntaba, "te suenan hoy tus bolsillos, mi Poli", a lo que yo le respondía, "Claro, mi Paulis" mientras hacia sonar los Tic-Tac en su cajita. Pero bueno insisto, yo soy muy selecto, en todo (¿en todo?, sí, en todo!), además, creo que soy más repartidor de dulces, que come dulces.

Dentro de Iquique pudimos visitar la Universidad Arturo Pratt junto con Samuel, quien había estudiado allá, por lo tanto, conocía a la gente, tanto así que por todos lados alguien lo saludaba, especialmente cariñosos fueron todos aquellos del personal administrativo de la U, tal y como me imagino que a mi me sucedería en la Tadeo en Santa Marta, donde creo me saludarían todas las secretarias, los jardineros, porteros, la gente de laboratorios y biblioteca, estudiantes no tantos, por que los que estén entonces, no serán los mismos de hoy en día, que son los que a mi me conocen y a mi me quieren. Algo más que me recordó a mi Tadeo fue la sensación del choque térmico al entrar a la biblioteca, cuando de la zona cálida al aire libre, se ingresa a un sector con aire acondicionado.

Luis González Zenteno, escritor iquiqueño, por ejemplo, en una mirada sobre el habitante del norte de Chile dice: “Arica es tranquila; Iquique, desenfrenada; Antofagasta, circunspecta. En la fineza ariqueña hay muchas gotas de sangre peruana; en el desenfadado iquiqueño, la muestra inconfundible del cosmopoliticismo, y en la gravedad antofagastina, el orgullo de las grandes capitales, en que el traje de etiqueta empieza a ser una necesidad. Empero, hay un nexo común que las une: el embrujo del páramo”.

En Iquique también hay una gran zona comercial, por ser puerto libre se encuentra la Zona Franca, de cariño la gente le dice “la Zofri”, y también hay un mall; se los describiría con más detalle pero aunque parezca increíble creo que fui el único de los asistentes al congreso que no estuvo ni una sola vez ni en el Mall, ni en la Zofri.

Los mil y un sabores de Iquique

En cuanto a mi paladar disfruto bastante, no solo en cantidad de productos sino incluso en sazones, ya que dos días en Iquique “almorcé” en un restaurante colombiano del cual hablaré más adelante, en el mercado, varios restaurantes y otros lares.

El primer día almorzamos en el mercado, fuimos con Samuel y Diana, pero allá nos encontramos con otra gente proveniente de Concepción, incluidos dos profesores que me dieron alguna charla el año pasado Ricardo Galleguillos (Genética y Biotecnología) y Eduardo Tarifeño (Fisiología). A un buen precio pude comer el primer pescadito del viaje al norte, la elección fue una reineta. En el Mercado encontramos varios productos a precios interesantes;

jugo de mango en leche, dependiendo el local 400 ó 1000 pesos,
un plato de reineta con papas fritas y arroz, 2800 pesos,
paila marina (intento de cazuela de mariscos, pero claro sin el platano verde, lo cual ya le quita toda posibilidad de espesar), 2900 pesos,
un mango verde con sal, ... no tiene precio.

La noche que llegamos, como ya antes había mencionado fuimos a casa de Pedro, él nos sirvió entre otras cosas unas empanaditas de pulpo, y unas bandejas de pejerey, unos pescaditos pequeñitos que se dejan en limón varias horas antes de servirse y se comen cual bocaditos. Comimos mucho. Al salir de casa de Pedro esa noche, nos persiguió una procesión de perros, quiero pensar que era por que había una perra en celo en algún lado y no por todo el pescado, carne y pollo que comimos esa noche.

Casi siempre pedí pescado en los lugares en que comí, así saliera un poco más caro, y es como le dije a mucha gente, viajé por tierra, por lo tanto dejé de gastar plata, lo menos que puedo hacer es usar esa plata en mejores manjares y placeres a la hora de comer.

El evento sin embargo, más cómico a la hora del almuerzo, lo protagonizó Claudio. El día que fuimos a la Universidad Arturo Pratt, él tenía que almorzar algo apurado por que tenía una reunión un poco más tarde, así que comimos en un restaurante al paso, yo pedí Albacora; en tanto que, Diana, Samuel y Claudio prefirieron pedir pollo, no sin antes averiguar que presas ofrecían, la camarera dijo que tenían pernil o pierna, a lo que a Claudio le surgió la duda si esa presa incluía pierna y contrapierna, por lo que preguntó en que consistía la pierna, que si era completa o no?, a lo que la muchacha que obviamente era novata, salió con una novatada, se señaló sus propias caderas, empezó diciendo “va de aquí” y mientras pasaba sus manos por sus propias piernas terminó diciendo “hasta aquí” lo cual coincidió al terminar de mostrar sus piernas, a lo cual Claudio algo sonrojado respondió “quiero esa presa”, Samuel, Diana y yo, no podíamos de la risa pero nos contuvimos, la muchacha se dió cuenta de lo que acababa de hacer y decir y convirtió su cabeza en un letrero ambulante de "Pare" rojo en todas sus diversas tonalidades carmín, ketchup y todos los que se les pueda ocurrir, todos, menos el rojo pasión.

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