sábado, diciembre 16, 2006

Pedóname Negro Manueeeeeeeeel.

Nota aclaratoria: Este cuento no es invención mía, pero casi lo siento mio. Lo escuche el año 1995 en Bogotá, Colombia, un día martes de cuentería en mi universidad, la Jorge Tadeo Lozano, me fascinó completamente el cuento, lo escuché una sola vez. Mi versión, es fiel a la idea original del cuento, sin embargo, cada vez que la cuento, empleo distintas palabras, ejecuto nuevos gestos, siento nuevas emociones. Por eso, muchas gracias al cuentero original, esta es mi versión.




(Léase con acento costeño)

Cuentan los que cuentos cuentan, que en el pueblo de Quebrada Honda en las noches de luna llena, cuando las parejas de enamorados caminan por la plaza central se escucha un susurro que dice "¡¡Pedóname Negro Manueeeeeeeeel!! ¡Pedóname Negro Manueeeeeeeeel!!".

Y es que cuentan los viejos del pueblo, que hace unos sesenta años ocurrió lo que a continuación les procedo a narrar:

En el pueblo vivía un negro muy famoso, por ser el negro más buen mozo de todo el lugar, todas las negras soñaban con poder conquistarlo algún día, aunque solo fuera por una noche. El Negro Manuel que así era como este negro se llamaba todas las noches acudía al bar de don Filiberto, Tío Fili, para los amigos, se tomaba sus buenos rones, después unos vasos de whisky y cualquier otra cosa, y cuando todo los del bar estaban completamente borrachos el Negro Manuel seguía completamente intacto, como si hubiera bebido únicamente agua.

Entre copa y copa bailaba una canción con alguna afortunada, y es que todas morían por el Negro Manuel, primero por que como decíamos era el más buen mozo, segundo porque era el mejor bailarín de todos, tercero porque como era el que más aguantaba en tragos nadie se metía con él y finalmente por que el negro era como un trofeo, destinado solamente para la negra mas linda del pueblo.

A todas las negras les gustaba el Negro Manuel, incluida la Negra Caridad, que era la negra más fea que te puedas imaginar, era tan fea que el Negro Manuel la veía pasar gritaba:
- Esta Negra Caridad es tan fea, que parece sobreviviente de Hiroshima, es tan fea que cuando un fotógrafo la retrata de medio cuerpo prefiere fotografiarle los pies. Tan pero tan fea que si llega a tener un crío, la partera no necesitara darle una nalgada al negrito, cuando vea a la cosa que va a ser su mama, solitico se echara a llorar.

La Negra Caridad seguía caminando fingiendo no haber escuchado nada, misión muy difícil, por que todo el mundo se reía a carcajadas de cada una de las bromas del Negro Manuel, no se sabe bien si por que disfrutaban de las bromas o para simpatizarle al Negro, lo cierto es que todos se reían y la Negra Caridad aguantándose las ganas de llorar.

- Esta negra si es muy fea, Dios mío, por que no tuviste misericordia con ella, definitivamente con ella se te paso la mano.

Y todos reían, y ella aguantándose el llanto.

El único que criticaba al Negro Manuel por sus insultos para con la Negra Caridad era el Tío Fili:
- No deberías molestar tanto a la Negra Caridad, fíjate que ella es un alma de Dios, todos los días al salir de su casa, va para el asilo de ancianos, del asilo sale directo pal orfanato, luego pal hospital y finalmente pa su casa, donde vive con sus padres; como su nombre lo indica, su vida la dedica a la caridad para los que tienen menos que ella.
- Esta negra parece un excremento de vaca.

Y sin misericordia todos reían, y ella seguía aguantándose el llanto.

Un día un tío del Negro Manuel, enfermo; el negro tardó como cinco días en hacerle la visita. Y cuando llegó se llevó una sorpresa, la Negra Caridad salía del cuarto de su tío, al tiempo que decía:
- Tranquilo don Miguelito, yo mañana cuando regrese le traigo el pastelito. Con su permiso y que se mejore.

Presuroso el Negro Manuel se arrodilló junto a su tío y le preguntó:
- Caramba tío Migue, y que hacía aquí esa negra.
- Pues que iba a hacer aquí, lo mismo que ha hecho toda su vida, visitar a aquellos enfermos a los que nadie visita.
- Discúlpame porfa no haber venido antes pero es que estuve muy ocupado.
- Me imagino bebiendo donde el bueno de Filiberto. Y criticando a cuanto pase por el lugar.
- No me molestes tío, tú sabes que lo hago por alegra un poco la vida.

Esa tarde el Negro Manuel fue nuevamente donde el Tío Fili, y bebió hasta altas horas de la noche y bailó con cuanta negra estaba en el bailadero.

A los dos días regresó donde su tío Migue y se topó nuevamente con la Negra Caridad, pero esta vez la escena la sobrecogió. La Negra Caridad lloraba arrodillada junto a la cama de su tío al tiempo que decía:
- ¿Por qué te moriste Tío Migue, por qué?.
- Tío. Tío. ¿Qué te pasó mi tío querido?- gritó desesperado el Negro Manuel.

Esa misma tarde enterraron al tío Migue, muchos fueron los presentes, muchos fueron los que lo lloraron. Esa tarde el abogado dio a conocer la última voluntad del tío Migue, "Mi única heredera será aquella que me hizo la vida más alegre mis últimos años de vida, visitándome cada vez que me enfermé, acompañándome cada dos días en el asilo, siendo la única que me consentía llevándome pastelitos u otro cariñito. La Negra Caridad. Ruego a mis familiares no oponerse a mi voluntad."

Esa misma noche donde el Tío Fili, en negro Manuel blasfemaba contra la Negra Caridad:
- Claro, esa negra hace todo lo que hace por que de ese modo recoge todas las herencias de esos viejos a los que visita. - Un acento algo perdido se evidenciaba en su tono de voz, el Negro Manuel estaba borracho por primera vez en su vida - Perdóname Tío Migue susurró tan bajito que solo el Tío Fili lo pudo escuchar.
- No digas eso Manuel, es que no sabes que la Negra Caridad donó esta misma tarde toda la herencia de Miguel para el asilo de ancianos y el orfanato.





Desde ese día algo cambió en el Negro Manuel, nunca volvería a ser el de antes. Nadie recuerda un día como aquel, el Negro Manuel completamente ebrio recorría todas las calles gritando:
- Perdóname Tío Migue, perdóname.

Al día siguiente el Negro Manuel se levantó con una tremenda resaca, como nunca en su vida, salió a dar una vuelta para despejar la cabeza, en el camino se cruzó con la Negra Caridad y cuando se iba a acercar para agradecerle por el asunto de su tío, se escuchó un grito atravesando toda la plaza:
- ¡Que fea eres Negra Caridad, que fea!

Toda la plaza estalló en una sola carcajada, la Negra Caridad siguió como si nada hubiera escuchado, el negro Manuel no dijo nada pero miró a la Negra con una tristeza indescriptible esbozada en su rostro.

- No entiendo que me pasa Tío Fili, ya no me agrada que se mofen de la Negra Caridad, es más ahora me enoja cualquier crítica contra ella, a fin de cuentas no es tan fea.
- Tranquilo mi negro, ya lo entenderás.

Salió muy temprano de donde el Tío Fili esa noche y al salir ya algo tambaleante se cruzó con que la Negra Caridad salía del Hospital, la miró, ella lo miró, sus miradas se cruzaron, brillaron, él iba a agradecerle lo de su tío:
- Negra... - fue interrumpido por la Negra.
- No digas nada negro, no te sigas burlando de mí, las ofensas de todo el mundo me resbalan, las tuyas me duelen en lo más profundo del alma.

El Negro Manuel guardó silencio total.

- Qué me pasa Tío Fili, ayer no pude articular palabra frente a la Negra Caridad para explicarle que no me iba a burlar de ella.
- Solamente mi negro, pasa que te estás enamorando de la Negra Caridad.
- De verdad lo cree Tío Fili, la verdad la admiro mucho, porque es la única que piensa en los demás y más importante hace algo por ellos.

Pasaban los días y cada vez se convencía más el Negro Manuel que se estaba enamorando de la Negra Caridad, todo el día pensaba en ella.

- Cuéntame Tío Fili, cómo puedo ganarme el corazón de la Negra caridad si cada vez que me acerco a ella, ella jura que me voy a burlar de ella.
- Yo no sé mucho de esas cosas mi negro, pero existen dos formas de ganarse el corazón de una mujer; primero demostrarle que todas las cosas que a ella le gustan a ti también y segundo ganándose el corazón de sus padres.

Esa misma tarde a la casa de la Negra Caridad llegaron una caja llena de botellas de ron y un radio, un lujo que pocos tenían en esa época. Iban dirigidos a los papás de la Negra caridad, con una nota que decía "Deseo solicitar la mano de su hija Caridad, lo acompaño de unos presentes para ustedes".

Al día siguiente, muy temprano el Negro Manuel se apostó en la entrada de la casa de la Negra Caridad, para esperar que iniciara su rutina de todos los días. Cuando la vio salir le cerró el paso y le dijo:
- ¿Puedo acompañarte?
- Justo a usted lo quería ver, deje de burlarse de mí por favor, mis padres andan todo alborotados contándole a todo el mundo que el Negro Manuel, el más famoso de todo el pueblo quiere desposar a su hija, andan todo orgullosos, deje de jugar con los sentimientos de la gente, déjeme tranquila.
- Mi negra, mi deseo de casarme contigo es el más sincero y el más puro que haya tenido desde que tengo uso de razón.
- Lárguese, deje de molestarme.
- Comprendo que no me creas, pero de todas formas te acompañaré.
- Déjeme sola, lárguese, por favor, o voy a gritar para que me ayuden.
- Todos me respetan mucho, es más me temen, nadie te ayudará.
- Lárguese.
- No solo no me largaré sino que te seguiré a donde vayas.

Y entre el dicho y el hecho esta vez no hubo mucho trecho, por que el Negro Manuel acompañó durante todo el día a la Negra Caridad, primero al asilo, del asilo al orfanato, del orfanato al hospital y del hospital a la puerta de su casa. Muy agotado el Negro Manuel al terminar se fue a dormir sin pasar por primera vez en mucho tiempo por donde el Tío Fili.

Cuando despertó se levantó como un rayo, y cuando terminaba de vestirse cantó el gallo. Salió de su casa para la casa de la Negra caridad, de donde su negra para el asilo, del asilo al orfanato, del orfanato al hospital, del hospital a la puerta de la casa de la Negra Caridad, de ahí cogió derecho para donde Tío Fili, tenía que contarle todos los avances con su negra.

Y de pronto ese trayecto se volvió en la rutina de todos los días del Negro Manuel.

- Mi negra, quisiera que de ahora en adelante caminemos tomados de las manos, como novios formales, aceptas.
- Acepto mi Negro.

La noticia corrió rápidamente por todo el pueblo, todas las mujeres sintieron nacer en su corazón el sentimiento de los celos, los comentarios no se hicieron esperar.

- Esa negra segurito lo hechizo.
- Definitivamente las que no se bañan tienen mucha suerte.
- Seguramente el negro lo lleva a la cama y ahí mismito la abandona.
- Esa negra se lo dio, es la única forma en que me explico que esos dos estén juntos.

Todas las mujeres del pueblo decidieron confabularse contra la Negra Caridad, y es que no era posible que semejante esperpento de mujer se llevará al mejor partido del pueblo, nadie sabía como se lo iban a repartir al pobre Negro Manuel, solo estaban seguras, que con la Negra Caridad no se quedaba.

- Mi Negra, ¿Cómo estás? Espero que muy bien a pesar del chisme que corre por ahí, y es que ese Negro Manuel sí es mucho desgraciado, ¡no!.
- ¿De que me está hablando tú?
- ¿Cómo es que no sabes lo que ya en este momento es vos populi?
- No, no lo sé.
- Pues lo siento pero no quiero ser yo la que te lo diga. Adiós.
- No se vaya, vecina, vecina!! VECINA!!

Una tremenda curiosidad carcomía a la Negra Caridad, tenía que averiguar que decían de su Negro Manuel, y cada vez la curiosidad crecía más y más, porque parecía que todas las vecinas sabían algo y ninguna le quería decir nada. Para salir de toda duda, la Negra decidió acudir donde la Negra Filomena, una mujer con la que toda la vida había tenido problemas y seguro estaría dichosa de contarle aquello que supuestamente la haría tan infeliz.



- Dime que es lo que todo el pueblo está comentando, que es aquello que me está haciendo el Negro Manuel, se que aunque solo sea por hacerme daño, tú si me lo contarás. ¿Qué se dice?.
- Muy sencillo, y obviamente es cierto.
- Déjate de tanto rodeo, ¿Qué se dice?
- Pues que el Negro Manuel está contigo para obtener tu favor, y una vez lo haya obtenido te dejará botada por ahí.

La Negra Caridad sintió que la furia subía a su cabeza y ahí se acumulaba más y más y sentía que iba a explotar, tenía que averiguar si era cierto y solo existía una fuente a la cual acudir el propio Negro Manuel.

- Negro, necesito hablar contigo, la gente anda diciendo algo que necesito saber si es cierto.
- ¿Qué cosa andan diciendo?
- Dicen que tú estás conmigo sólo para obtener mi favor, y que apenas lo obtengas me dejarás botada.
- Y tú que crees mi Negra.
- No sé que pensar, dime tú que debo pensar.
- Debes creer lo que tu corazón te diga, pero me duele mucho saber que no confías en mí, ya que de ser así no estarías aquí preguntándome a mí.
- Como quieres que confíe ciegamente, aún me faltan pruebas de tu amor.
- ¿Quieres una prueba de amor mía, pues perfecta te la daré? Hoy 3 de mayo de 1939 a la media noche me pararé en el centro de la plaza del pueblo, cerraré mis ojos y callará mi boca. No hablaré con nadie diferente a ti, no miraré a alguien diferente a ti, solo de ti recibiré alimento. Y así estaré hasta que el reloj de la plaza diga que es la medianoche del 3 de mayo de 1940. Hasta entonces.
- Deja de decir tantas locuras.

El Negro Manuel empezó a caminar hacia la plaza, llegó al centro de la misma cerró los ojos y silenció.
- Estás loco, yo mejor me voy. Adiós.

Durante los días siguientes una noticia sobre el Negro Manuel, esta vez verdadera empezó a rondar por todo Quebrada Honda.

- Es que no sabes, el Negro Manuel está parado en el centro de la plaza, no le habla a nadie no mira a nadie, y así pasará un año completo, todo por culpa de la Negra Caridad que no creyó en él.

A mil voces el Alcalde del pueblo gritaba:
- Se nos arreglo el turismo, todos querrán ver al Negro Manuel cumpliendo una promesa de amor.
- Que este hombre se convierta en un ejemplo para ustedes, feligreses de mi parroquia, el mismo modo Jesús se dejó crucificar por amor a nosotros - decía en su sermón el párroco del pueblo.

Pasó una semana desde que el Negro Manuel estaba parado en la mitad de la plaza.

- Ya déjate de esta tontería Negro, te creo, me has demostrado que me quieres, vámonos.
- Lo siento mi negra, te di mi palabra y si no la cumplo no tendrías por que confiar en mí. Aquí me quedo.

Poco a poco seguía pasando el tiempo y el Negro Manuel seguía de pie en el centro de la plaza a pesar de las lluvias, las cagaditas de pájaro, los curiosos que intentaban hacerle hablar, el alcalde y sus discursos sobre el turismo, los turistas que llenaban la plaza del pueblo y todas las peregrinaciones organizadas por el párroco del pueblo.

- Mi Negro por favor déjate de esto, no me tienes que demostrar nada, han pasado seis meses ya, estás muy flaco, tienes que descansar, vámonos ya, discúlpame por no creerte, por desconfiar de ti.
- Un año dije y un año será.

Llegó la época de tormentas, en la plaza no había peregrinaciones, turistas, ni siquiera curiosos, solamente el Negro Manuel y la Negra Caridad pidiéndole de favor que no se quedara ahí. Sus ruegos parecían no ser escuchados.

Tres minutos antes de la media noche del 3 de mayo de 1940 dos borrachines intentaban caminar hacia la plaza central, realmente tambaleaban por las calles. Una agitación empezó a escucharse mientras se acercaba a la plaza central, era todo el pueblo que quería iniciar una fiesta para celebrar que por fin el Negro Manuel cumplía su promesa de amor. Cuando iban llegando escucharon el grito al unísono de los borrachos que decían:

- Se nos murió el Negro Manuel, se nos murió el Negro Manuel.

Cuando todos llegaron vieron un bulto en el centro de la plaza, un charco de sangre escurriendo de él y a la Negra Caridad llorando sobre él.

- Se nos fregó el turismo - gritaba el alcalde - estuvimos a pocos minutos de convertir en célebre esta plaza. Se nos fregó todo.
- Este hombre es un santo, es justo beatificarlo, intentaré comunicarme con el Vaticano mañana a primera hora.
- Por que te moriste mi Negro Manuel. Pedóname.

Dicen que desde esa noche cada vez que aparece la luna llena, las parejas de enamorados que caminan por la plaza central escuchan un susurro que dice "¡¡Pedóname Negro Manueeeeeeeeel!! ¡Pedóname Negro Manueeeeeeeeel!!".

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