jueves, enero 28, 2010

Historias de un viaje y un amor a primera vista

Por alguna extraña razón los viajes de larga duración, me inspiran a escribir sobre los pequeños acontecimientos que van sucediendo, imagino que la dificultad del acceso a Internet, la no posibilidad de ver televisión, la incapacidad de dormir tantas horas conspiran para permitir que la cabeza me empiece a dar vueltas y vueltas y me decida a escribir. Tal vez necesite reiniciar mis viajes, deambular por muchos lugares, de ese modo quien quita podré dedicarme nuevamente a escribir.

Era un día sábado cuando terminé un curso de verano, muy interesante, pero por ser en mi última semana de ese año en Chile, implicó que después de compartir con los compañeros con el clásico asado de fin de curso, debí correr ya que faltaban cuatro horas para mi viaje y aún no había organizado la maleta. Hice mi maleta en tiempo récord, pude además intercambiar regalos y tomar onces con mis compañeras de casa. Me di un duchazo y estuve listo justo en el momento en que pasaron a recogerme.

En esta ocasión la totalidad del viaje duró 24 horas, habré dormido una totalidad de 5 horas, vi película y media, aunque pasaron 3. Ruidos de una diversidad que cubría toda la gama posible evitaron que durmiera durante mi viaje en bus, desde el niño dos filas atrás que lloró antes de dormirse a la una de la mañana y después al despertarse a las cinco de la mañana, las llamadas por celular que no pararon de sonar incluyendo una cuyo tono de timbre era la música de “La Guerra de las Galaxias”, los ronquidos de mi compañero de puesto, y debido a que ahora “Pullman EME Bus” tienen WiFi en sus buses las alertas de Messenger del muchacho sentado en el asiento diagonalmente adelante del mío.

Gran parte de las 24 horas las pasé conversando, repartí las conversas con un venezolano y una australiana. Primero me encontré en el Terminal de Buses Collao de Concepción con un amigo y compañero del doctorado venezolano que también viajaba para encontrarse con su familia, no coincidimos en el bus pero si en el horario, así que cada cual se montó en su bus, pero sabiendo que la espera en el aeropuerto de Santiago no sería tan larga, ya que podríamos conversar un poco y hacernos compañía. Hablamos de muchos de los conocidos en común, para qué voy a mentirles y decirles que hablamos de las virtudes de todos, una conversación así, no sería divertida. Así que, si conoces al venezolano y al ecuatoriano, seguro preferirás que ellos no se hayan acordado de ti.

A las doce y media me quedé solo, mi vuelo salía a las cuatro de la tarde, así que aún tenía tiempo para dar varias vueltas. El Internet en el aeropuerto no es demasiado bueno, así que si me movía perdía la señal y me tocaba buscar otra señal. Me terminé aburriendo y preferí usar los minutos de mi celular que este mes se quedarán casi intactos. Llamé a algunas personas, en particular aquellas de quienes no me pude despedir, y con quienes he departido en estos últimos meses o semanas.

Cambiando un poco de tema, con varios amigos hombres hemos llegado a la conclusión que, por alguna razón, hay mujeres que nos dejan completamente sin habla, no importa que tan buenos seamos para conversar con amigas, cuando una mujer nos gusta, nunca sabemos que decir, aunque en alguien a veces tan parlanchín parezca difícil soy tímido. Que por qué digo esto, porque junto a mí estaba sentada una mujer con una belleza infrecuente en estas regiones del mundo, que era la viva imagen de Natalie Imbruglia, en su mejor versión, sabrán que dependiendo del video de ella se pueden observar varias versiones, cada una con cambios radicales, pero todos a prueba de toda crítica, sólo difería en el color de ojos. Tardé mucho en iniciar conversación, en ese lapso de tiempo sin embargo me regaló varias sonrisas, pero vaya que sonrisas.

  1. Cuando llegó y me hizo entender que mi asiento en el pasillo era parte del camino a su asiento en la ventana. Supe que no viajaría solo.
  2. Cuando pidió a uno de los sobrecargos un documento “in English” para llenar los papeles que se deben entregar en migración y en la aduana, el sobrecargo le respondió “está en los dos idiomas”, fue cuando descubrí que ella no entendía español y supuse que quedó en las mismas con la explicación, yo le indiqué con mis dedos que los datos solicitados de llenar estaban en los dos idiomas.
  3. Cuando terminó de comer, iba a seguir escribiendo en los papeles de aduana pero se complicaba con la bandeja, así que le abrí la mesa del asiento del centro, y ella colocó sus cosas sobre la mesita, fue cuando al ver su pasaporte, descubrí que era australiana.
  4. Cuando se levantó para ir al baño y me miró para que le permitiera pasar. Aquí no descubrí nada.
  5. Cuando tres filas más adelante se dio la vuelta, vio que la estaba mirando y entendió que me sonreía por que se había pasado de largo al volver del baño. Fue cuando caí en cuenta que ella aún debía suponer que yo no hablaba inglés. Y es que claro, hasta entonces no habíamos cruzado palabras solamente miradas, sonrisas y uno que otro gesto.

Yo la miraba, o mejor dicho admiraba, como ella llevaba su belleza con tanta naturalidad, como si no le otorgara ninguna importancia. Ella volvió a sacar los documentos de migración y aduana, parecía complicada con un par de informaciones que debía llenar, así que le pregunté si le podía ayudar. Fue la excusa para iniciar una larga conversación. Hablamos de Galápagos ya que es el destino que ella visitaría en Ecuador, sobre lo que hace un biólogo marino ecuatoriano estudiando Oceanografía en Chile, o lo que hace una “australian scientist medic” paseando por Ecuador. Me contaba que ha investigado desde el empleo de células madre para regeneración de tejidos hasta desarrollo de cirugías del nervio coclear, es decir el encargado de la audición, para devolver la audición a personas sordas. Me preguntó sobre las investigaciones que yo realizaba y sobre la financiación de la misma. Le conté sobre Atahualpa, y como cuando ofreció a los españoles llenar de oro y plata el cuarto donde lo mantenían cautivo, hasta donde su brazo levantado alcanzaba para que lo liberaran, ella reconoció la historia y se anticipó a decir que a pesar de Atahualpa cumplir su promesa fue al final brutalmente asesinado, me comparaba la situación en Latinoamérica con los españoles a la sufrida por los australianos a manos de los británicos.

Lastimosamente el vuelo termino, le ayudé con el idioma en migración ya que quien atendía no entendía nada de inglés. Le ofrecí mi ayuda en caso de que necesitará cualquier cosa, incluso llevarla a su Hotel si nadie del mismo iba a recogerla. Cuando vimos que llegaban del hotel con un cartel con su nombre, simplemente me despedí.


Al despedirme de ella, ya estaban ahí mi hermano y el “Nano”, mi sobrino, esperándome. Un gran abrazo de oso del Nano y ya había olvidado a esa mujer de ojos redondos, de mirada intensa y color miel. Después aparecieron mis papás y mi hermana, nos fundimos en un abrazo y fuimos a donde habían aparcado el auto. Nuestro destino la casa de mi hermano, donde nos esperaban mi cuñada y mi sobrina de dos meses y casi tres semanas de nacida.

Lo primero que hizo mi sobrino fue pedirme las camisetas que le había dicho que tenía para él, así que instantes después de conocer a mi sobrina debí mostrárselas. Las últimas veces que hablamos antes de mi viaje, él intentaba adivinar cómo eran las camisetas que le tenía, y claro como yo aún no las tenía, aproveche sus respuestas para tener las claves de cómo las debía conseguir, eran tan complejas que descubrí que esas camisetas no existían, o acaso alguien ha visto camisetas donde hubiera leones, tigres, guepardos, y genial si hubiera una de Diego, el Tigre Dientes de Sable de “La Edad del Hielo”.

Finalmente debí recurrir a un sitio donde te imprimen fotografías en las camisetas y diseñar mis propia camiseta. Las mismas le encantaron, va a estrenarlas esta semana, y la que incluye sus obras de arte, la usará de hecho durante Navidad; a mi hermano y mi cuñada también les fascinaron, ellos aún no saben que para ellos también hay camisetas con los diseños del Nano.

Como les dije, conocí poco antes a mi sobrina, fui al cuarto de mi hermano mi papá se adelantó a tomar en brazos a Ana Valeria, la “Nana”, la levantó y la puso frente a mí, ella me miraba curiosa con sus ojos redondos, de mirada intensa y color café, tenía sus manitas al frente y yo se las toqué con mis dedos índice, inmediatamente ella los capturó con sus manitas, en ese brevísimo instante conquisto y atrapó mi corazón para el resto de mi vida.

Me la pasaron para cargarla, e inmediatamente recostó su cabecita sobre mi hombro, tranquilamente me indicaba que yo también había conquistado su corazón, mi jornada de viaje terminaba con un “Amor a Primera Vista”.

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