lunes, mayo 12, 2008

Protocolo de Kyoto fue una negociación muy ingenua

:: ENTREVISTA CON THOMAS SCHELLING EN PERÚ, GANADOR DEL PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA DE 2005

Invitado por la Universidad San Martín de Porres y el Instituto del Perú para dictar una conferencia sobre el cambio climático y recibir un doctorado Honoris Causa, el ganador del Nobel de Economía del 2005, Thomas Schelling, compartió con Correo su escepticismo sobre la preocupación de los países desarrollados por detener el calentamiento global.


Correo: Cuando se discuten las medidas para combatir el calentamiento global, inevitablemente surge una disyuntiva entre desarrollo económico y protección del medio ambiente. ¿Qué opina al respecto?

Thomas Schelling: Primero, debe quedar claro que quienes tienen que realizar el mayor esfuerzo para detener el cambio climático son los países desarrollados. Es un error pedir a países como el Perú que retrasen su desarrollo económico para proteger el medio ambiente, pues sólo ese desarrollo les permitirá poder combatir sus consecuencias. Los países del primer mundo deberían acelerar y profundizar las investigaciones que permitan cambiar su matriz energética y proporcionar soporte financiero a los países en desarrollo para convertir sus sistemas de energía a esas nuevas tecnologías.



C: ¿Por qué es tan difícil para los países desarrollados alcanzar un acuerdo sobre estos temas?

TS: Bueno, este tal vez sea el mayor reto que un número tan grande de naciones haya tenido que enfrentar de manera simultánea. Sólo recuerdo el caso de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) como un caso exitoso en el cual, alrededor de quince naciones trabajaron juntas y asumieron compromisos muy serios para armar, equipar y entrenar ejércitos que pudieran hacer frente a un “enemigo o peligro común”.



C: ¿Les resulta más difícil ver al calentamiento global como un enemigo?

TS: Al menos no como un enemigo frente al cual estén dispuestos a ajustarse los cinturones, pagar más impuestos y ser sometidos a mayores regulaciones.



C: Siendo usted un experto en la teoría de juegos, ¿no hay forma de que estos actores se puedan sentar y llegar a un acuerdo mutuamente satisfactorio?

TS: Mientras el incentivo esté basado en sanciones económicas, dudo mucho que se pueda promover la cooperación. Repito, los países desarrollados no se han tomado en serio el tema y dudo que lo hagan hasta dentro de unos diez años. Tomemos el caso del Protocolo de Kyoto, que buscó reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles anteriores a 1990. Fue una negociación bastante ingenua. No creo que ninguno de los negociadores de ese Tratado tuviera alguna idea del costo económico de las medidas que se proponían. Países como Inglaterra pudieron alcanzar sus compromisos porque pudieron reemplazar con gas su tradicional fuente de energía que era el carbón, pero ese no era el caso de EEUU.



C: ¿De qué tipo de políticas económicas hablamos?

TS: Supongamos que para reducir las emisiones tuviéramos que optar por disminuir el tráfico de aeronaves. Ello requeriría de una difícil combinación de mayores impuestos y regulaciones a la industria del transporte, todo lo cual pasa por una previa negociación en el Congreso. Estoy seguro que Al Gore, que en Kyoto estuvo de acuerdo con los compromisos pactados, no tenía idea de lo difícil que sería aprobar los cambios legislativos necesarios para poder cumplirlos.



C: Si el camino no pasa por imponer restricciones a las emisiones, ¿cuál es la alternativa?

TS: Yo creo que cada país debería partir por establecer una oferta de aquellas acciones que puede llevar a cabo y cuyos costos estén dispuesto a asumir, sea mediante impuestos, subsidios, regulaciones o investigación y desarrollo. Sobre esa base, se puede calcular cuál será el impacto que cada una de esas medidas tendrá sobre el nivel global de emisiones y así poder alcanzar un acuerdo razonable y exigible.



C: ¿Qué opina del impacto en el precio de los alimentos por el intento de reemplazar combustibles fósiles con etanol?

TS: Debemos aceptar el hecho que hemos entrado a una etapa de crecimiento sostenido en el precio de los alimentos en la medida en que países tan densamente poblados como China e India ven aumentar sus ingresos y su población pasa de una “dieta verde” a una dieta roja”. En el largo plazo, no creo que el etanol pueda competir con la mayor demanda por granos para la industria alimenticia y la sustitución de combustibles fósiles tendrá que darse a partir de otras tecnologías.



C: Un país como el Perú, tan gravemente amenazado por el calentamiento global, ¿qué puede hacer, al margen de las medidas que tomen o no los países desarrollados?

TS: Debe cuidar de preservar al máximo sus fuentes de agua, invirtiendo en represas, en infiltrar del agua de sus ríos y en desalinizar agua de mar para irrigar las tierras en la Costa.

Fuente: Correo Perú

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