viernes, agosto 18, 2006

El Gran Diluvio (Santa Marta, 2003)


Era un viernes que empezó como cualquier otro, donde el motor de muchos de los samarios o residentes de la zona, no era otro sino el terminar pronto la semana para empezar la rumba, el fin de semana y descansar de todo lo trabajado durante los últimos cinco días.
Pero hacia las cinco de la tarde las cosas cambiaron, "un grande nubarrón se alza en el cielo, ya se aproxima una fuerte tormenta, ... ya viene...", grandes nubes muy grises llegaron desde todos los lugares y se terminaron precipitando a tierra en lo que se puede considerar el más grande aguacero en Santa Marta de los últimos tres años.

Yo me encontraba en el INPA (Instituto Nacional de Pesca y Acuicutura), gran instituto que ha entrado en proceso de liquidación, la razón de mi presencia, estaba colaborando en la edición de un libro, pero esa es otra historia y no viene al caso. Eran las cinco de la tarde cuando empezó una pequeña llovizna, como el horario de trabajo de esa oficina es hasta las seis de la tarde no nos preocupamos, seguimos trabajando normalmente, que sorpresa la que nos llevamos cuando a eso de las cinco y media el aguacero era tan pero tan fuerte, que todos habíamos decidido permanecer ahí hasta que el aguacero amainara un poco. Pero eso no sucedió!

La oficina del INPA consta de dos secciones divididas por un patio central, para nosotros, que nos encontrábamos en la oficina posterior la lluvia nos cogió por sorpresa, el nivel de agua en el patio subió inesperada y prontamente, razón por la cual decidimos esperar un poco más, apenas terminara la lluvia el agua descendería rápidamente, en ciudades como Santa Marta, toda el agua corre rauda hacia el mar e inevitablemente el patio pronto estaría libre de agua nuevamente.

La lluvia sin embargo siguió aumentando su ira, y poco a poco el nivel de agua aumentó más y más, de pronto por los bordes del techo de la oficina empezó a aparecer agua, pequeños manchas que descendían por toda la pared, debimos apresurarnos para evitar que los cuadros, libros que estaban en la pared en la zona de influencia del agua sufriera dañados por la humedad. Afortunadamente, la luz no se fue en Santa Marta como otras veces suele suceder, cada vez que llueve se debe ir la luz, más tarde descubriría que en El Rodadero sí se había ido la luz.


Aproximadamente a las siete y media la lluvia había terminado, fue un aguacero irregular llovía con todas sus fuerzas y de pronto amainaba para en breve retomar la furia y caerse con más fuerza, pero finalmente había concluido, pero el nivel de agua en el patio era tan alto que demoraría bastante en descender, lo cual significa que podía empezar nuevamente a llover, conseguí unas botas de caucho, de aquellas que alguna vez había usado cuando me embarqué por los lados del Cabo de la Vela, me las coloqué y reuní las sillas plásticas del patio y formé un puente para que todos pudiéramos salir sin tener que mojarnos ni usar botas.

Cruzamos la casa externa y nuestra sorpresa fue mayor cuando vimos que el agua realmente corría hacia el mar, la calle no se veía por ningún lado, era un completo río que velozmente corría hacia el mar, mi problema mi buseta la tenía que coger un poco más hacia el mar, por lo tanto buscaría el agua correntosa. Uno de mis compañeros de aventura me ofreció gentilmente acercarme en el carro a la parada, una ruta que debían ser cuatro calles se convirtiá en una odisea de como 12 calles que concluyó a dos de distancia de mi parada, varias calles estaban completamente inundadas y no nos permitían el paso, otras habían sido cerradas por los habitantes de las mismas, como una medida de prevención, los carros que entraban en su calle provocaban olas, las mismas irrumpían en las casas y obviamente los vecinos no querían que eso ocurriera.

Terminé bajando en el supermercado "Vivero", crucé por su interior para evitar el agua, y mi sorpresa fue mayor al ver que el Río INPA se había tornado en el caudaloso Río Avenida 22, un sitio donde ríos importantes confluían y tumbaban a cualquier osado que a pie, en bicicleta o en moto intentara cruzarlo, fue más de uno el osado (ingenuo) que lo intentó pero a todos se los tragó, uno causó impacto ya que pasó en su moto y cayó, demoró y requirió de la ayuda de otros tres audaces para levantarla y sacarla del agua.

Más precavido utilicé el paso peatonal con forma de araña para cruzar, sin embargo, para llegar a él, debía caminar varios metros con treinta centímetros de mí dentro del agua. Desde arriba parecía caminar sobre un gran puente por debajo del cual un gran río atravesaba.
Tras un caminar en el cual muchos charcos, ríos, arroyos y salpicaduras de carro a toda velocidad amenazaban terminar la tarea de empaparnos a todos los transeuque hasta esa hora podíamos ir a nuestro hogar, los cuales no éramos pocos, era la gran mayoría. Tras mucho sortear agua llegué a mi parada y me dispuse a tomar el primer bus que pasara, pero el destino me deparaba otras circunstancias.

Muchos buses se habían varado y otros cuantos se habían guardado para evitar vararse, los restantes estaban haciendo sus Navidades en julio, llevaban ellos pocos a todos los pasajeros, de modo tal que por las ventanas salían brazos y cabezas, y por las puertas sobresalían piernas, torsos y cabezas. Los taxis cobraban como limosinas y llevaban de a cinco personas aunque estas nunca se hubieran saludado en toda su vida.

La lluvia por momentos arreciaba, y yo prefería cubrirme bajo cualquier techo a subir en uno de esos "busetas de la muerte", y es que realmente llevaban mucha gente, toda apretada para poder llevar más pasajeros y arreglar un año que de pronto no había resultado económicamente rentable. Varios personajes de mi mismo pensar nos refugiamos en el seno de un centro comercial el "Prado Plaza".

Algunos afortunados recibían el llamado de algún conocido que pasaba por aquel lugar y se marchaban, los que quedábamos nos empezábamos a conocer, muchos eran turistas que por esas épocas que abundan, "¿Qué si siempre llueve de esa forma en Santa Marta? ¿Qué que forma tan salvaje de llover y de inundarse por todas partes?. Cachacos y costeños, y hasta un extranjero, yo, conversábamos amenamente de varios temas, por ejemplo, el gran aguacero de noviembre de 2003, por un tormenta tropical que destrozaba otros sectores del Caribe, de la gran afluencia de turismo, y del grupo de gente que saliá corriendo desesperada a subirse a un camioncito descubierto que ofreciá llevarlos gratis a El Rodadero, como a 30 personas trepó, y terminaron todos apretados y mojados, por que en ese preciso instante un nuevo aguacero arreció contra esa pobre gente.

Eran como las diez de la noche, cuando ya la lluvia había concluido, final y definitivamente, cuando un bus que se había varado a poca distancia logró arreglar su inconveniente y regresó a su casa en El Rodadero, y realizósu último recorrido, fui el tercero en subirme y el primero en bajarme en casa, sano y salvo. Pero antes de entrar me desviaría de mi camino para comer un perro caliente y una gaseosita, la espera y la conversación me habían abierto el apetito y dentro llevaba un monstruo hambriento, que hace rato se quejaba.

Todo el camino de Santa Marta a el Rodadero, es decir, el Ziruma, la gran cima que separa los dos trayectos, estaba oscuro y lleno de piedras derrumbadas durante los aguaceros, obligaron a hacer el recorrido a poca velocidad y con mucha precaución.

Mientras devoraba mi perro caliente, volvía la luz, que en El Rodadero, en general, y en mi casa, en particular, se había casi con la llegada de la lluvia.

Entré en mi casa ya con luz, y todos dormían, habían lidiado contra la lluvia, que por una gotera en uno de los baños inundaba la casa, yo por mi parte conversé sabroso y mi única queja, por que hay tantos mosquitos cuando llueve, me tenían completamente mordisqueado.
Por lo pronto que siga lloviendo, pero que no exagere, decidió en una noche caer el agua que el cielo debía a Santa Marta hace tres años.

2 comentarios:

Simitrio Quezada dijo...

Imagino que esa noche el cielo fue océano y, sin más, se desprendió.

Anónimo dijo...

Ya recorde . . . la casa inundada, todo mojado, casi me voy de jet.. en fin y en la noche mi cuarto parecia refujio al estilo Noel .. variedad de zancudos atormentando mi vida!